viernes, 18 de diciembre de 2015

¡ FELICES FIESTAS ¡ ¡ FELIZ NAVIDAD ¡



Estando fuera de Madrid, y llegando estas fechas tan especiales mis Navidades en Madrid se agolpan en mi mente, allí viví momentos buenos y malos, pero la Navidad en Madrid es especial, diferente, nuestra, de bullicio, alegría, ilusión, luces y colorido, hospitalidad a todo el que viene de fuera, momentos mágicos en cada uno de sus rincones, compras en sus animadas tiendas, calor en su Plaza Mayor, ilusión en Doña Manolita, y alegría y risas en sus gentes y en sus niños, esperando impacientemente la inigualable cabalgata real del 5 de Enero, por eso y por mucho más, Madrid es la Navidad...

Desde el Rincón del Gato, mi más feliz felicitación de la Navidad a todo el mundo en general, y en particular a "todos los gatos y gatas de mi Madrid".

Desde la distancia os recuerdo, y siempre hay un rinconcito en mi corazón, para la ciudad que me vio nacer, y que nunca podré olvidar.

¡ FELICES FIESTAS ¡. ¡ FELIZ NAVIDAD ¡

                                


       
                       



                                     



                                                          







sábado, 12 de diciembre de 2015

MUERTE DE CARLOS III EN MADRID



Un 14 de Diciembre de 1788 fallecía en Madrid Carlos III de España, uno de los más importantes reyes borbones para Madrid.

Carlos III de España, llamado «el Político» «el Mejor Alcalde de Madrid» (Madrid, 20 de enero de 1716-ibídem, 14 de diciembre de 1788), fue duque de Parma, Plasencia y Castro —como Carlos I— entre 1731 y 1735, rey de Nápoles —como Carlos VII— y rey de Sicilia —como Carlos V— de 1734 a 1759 y de España desde 1759 hasta su muerte.

Carlos era el tercer hijo varón de Felipe Vque llegó a la vida adulta y el primero que tuvo con su segunda mujer, Isabel de Farnesio, por lo que fueron sus medio hermanos Luis I y Fernando VI, quienes sucedieron a su padre en un primer momento. La muerte sin descendencia de estos llevaría a Carlos a ocupar el Trono español.

Carlos sirvió a la política familiar como una pieza en la lucha por recuperar la influencia española en Italia: heredó inicialmente de su madre los ducados de Parma, Plasencia y Toscana en 1731; pero más tarde, al reconquistar Felipe V el Reino de Nápoles y Sicilia en el curso de la Guerra de Sucesión de Polonia (1733-1735), pasó a ser rey de aquellos territorios con el nombre de Carlos VII. Contrajo matrimonio en 1738 con María Amalia de Sajonia, hija de Federico Augusto II, duque de Sajonia y de Lituaniay rey de Polonia.

LAS REFORMAS DE ESQUILACHE

El Monarca nombró al marqués de Esquilache Secretario de Hacienda. Éste incorporó señoríos a la Corona, controló a los sectores eclesiásticos y reorganizó las Fuerzas Armadas. Su programa de reformas y la intervención española en la Guerra de los Siete Años necesitaron más ingresos, que se consiguieron con un aumento de la presión fiscal y nuevas fórmulas, como la creación de la Lotería Nacional. Al mismo tiempo liberalizó el comercio de los cereales, lo que originó una subida de los precios de los productos de primera necesidad a causa de las especulaciones de los acaparadores y de las malas cosechas de los últimos años. Campomanes apoyó esta medida, pero el pueblo hizo responsable de todo al siciliano.

En marzo de 1766 se produjo el Motín de Esquilache. Su detonante fue la orden de cambiar la capa larga y el sombrero de ala ancha de los madrileños por la capa corta y el sombrero de tres picos. La tensión subió gracias a los pasquines que circulaban por la capital y que aparecían en sitios públicos, pasquines cuyo léxico y ortografía sólo podían provenir de hombres con cultura. La manipulación realizada por sectores nobiliarios y eclesiásticos lo convirtió en un ataque directo a la política reformista llevada a cabo por ministros extranjeros del gobierno del Rey.

En Madrid el punto álgido de la revuelta se produjo cuando la muchedumbre que se había congregado frente al Palacio Real se topó con la Guardia Valona, que en 1764 había cargado contra el gentío durante la boda de una de las hijas del rey, la infanta María Luisa, con el futuro emperador de Austria. Se produjo una refriega y hubo bajas por ambas partes, sin que la Guardia Española interviniera. Carlos III recabó el parecer de sus consejeros, y aunque recibió opiniones contrapuestas, acabó siguiendo el consejo del conde de Revillagigedo, que declaró que dimitiría de su cargo antes que ordenar disparar a la multitud.

De Madrid, el levantamiento se trasladó a ciudades como CuencaZaragozaLa CoruñaOviedoSantanderBilbaoBarcelonaCádiz y Cartagena entre otras muchas. Pero mientras que en Madrid las quejas se referían al gobierno de la nación, en las provincias las quejas se dirigían contra las autoridades locales, lo cual revela un problema subyacente de corrupción e incompetencia administrativa.

Los amotinados exigieron la reducción del precio de los alimentos y la supresión de la Junta de Abastos, la derogación de la orden sobre la vestimenta, el cese de ministros extranjeros de Carlos III, su sustitución por españoles y un perdón general. El Monarca desterró a Esquilache y nombró en su lugar al conde de Aranda. Se tomaron medidas para acelerar la importación de cereales desde Sicilia y se reformaron los gobiernos concejiles, añadiendo a éstos diputados del estado llano elegidos por sufragio.

REFORMAS

La expulsión de los jesuitas se quiso aprovechar para realizar una reforma de la enseñanza que debía fundamentarse en las disciplinas científicas y en la investigación. Sometió las universidades al patronazgo real y creó en Madrid los Estudios de San Isidro (1770), como centro moderno de enseñanza media destinado a servir de modelo, y también las Escuela de Artes y Oficios, que han perdurado hasta el siglo XX (cuando pasaron a llamarse Escuelas de Formación Profesional, EFP). Las propiedades de los jesuitas sirvieron para crear nuevos centros de enseñanza y residencias universitarias. Sus riquezas, para beneficiar a los sectores más necesitados, se destinaron a la creación de hospitales y hospicios.

Promovió un nuevo plan de Estudios Universitarios, que fue duramente contestado por la Universidad de Salamanca, proponiendo un plan propio, que a la postre fue implantado años después.

El impulso hacia la reforma de la agricultura durante el reinado de Carlos III vino de mano de las Sociedades Económicas de Amigos del País creadas por su ministro José de Gálvez. Campomanes, influido por la fisiocracia centró su atención en los problemas de la agricultura. En su Tratado de la Regalía de la Amortización, defendió la importancia de ésta para conseguir el bienestar del Estado y de los ciudadanos y la necesidad de una distribución más equitativa de la tierra.

En 1787, Campomanes elaboró un proyecto de repoblación de las zonas deshabitadas de las tierras de realengo de Sierra Morena y del valle medio del Guadalquivir, creando las Nuevas Poblaciones de Andalucía y Sierra Morena. Para ello, y supervisado por Pablo de Olavide, intendente real de Andalucía, se trajeron inmigrantes centroeuropeos. Se trataba principalmente de alemanes y flamencos católicos, para fomentar la agricultura y la industria en una zona despoblada y amenazada por el bandolerismo. El proyecto fue financiado por el Estado. Se fundaron así nuevos asentamientos, como La CarolinaLa Carlota o La Luisiana, en las actuales provincias de JaénCórdoba y Sevilla.

Se reorganizó el ejército, al que dotó de unas Ordenanzas en 1768 destinadas a perdurar hasta el siglo XX, se impulsó el comercio colonial formando compañías, como la de Filipinas, y mediante el Reglamento de libre comercio de 1778 que liberalizó el comercio con América. También destaca el Decreto de libre comercio de granos de 1765.

Otras medidas reformistas del reinado fueron la creación del Banco de San Carlos, en 1782, y la construcción de obras públicas, como el Canal Imperial de Aragón y un plan de caminos reales de carácter radial, con origen en Madrid y destino a ValenciaAndalucíaCataluña y Galicia.

Distribución de la población de España por provincias actuales según el censo de Floridablanca (1787). Durante el reinado de Carlos III fue una preocupación constante la necesidad de incrementar la población de la nación.

Hizo un ambicioso plan industrial en el que destacan como punteras las industrias de bienes de lujo: Porcelana del Buen RetiroCristales de la Granja y traslada la Platería Martínez a un edificio en el paseo del Prado, pero no faltaron muchas otras para la producción de bienes de consumo, en toda la geografía española.

Entre los planteamientos teóricos para el desarrollo de la industria destacó el Discurso sobre el fomento de la industria popular de Campomanes, para mejorar con ella la economía de las zonas rurales y hacer posible su autoabastecimiento. Las Sociedades Económicas de Amigos del País se encargaron de la industria y su teoría en esta época.

Hizo hospitales públicos, servicios de alumbrado y recogida de basura, uso de adoquines, una buena red de alcantarillado. En Madrid, un ambicioso plan de ensanche, con grandes avenidas, monumentos como la Cibeles, Neptuno, la puerta de Alcalá, la fuente de la Alcachofa…, la construcción del jardín botánico (trasladando al Paseo del Prado el antiguo de Migas Calientes), el hospital de San Carlos (hoy Museo Reina Sofía), el edificio del Museo del Prado (destinado originalmente a museo de Historia Natural).

La sociedadEditar

La noblezaEditar

Descendió en número, debido a la desaparición de los hidalgos en los censos por las medidas restrictivas hacia este grupo por el Rey. Representaba el 4% del total de la población. Su poder económico se acrecentó gracias a los matrimonios entre familias de la alta nobleza, que propiciaron una progresiva acumulación de bienes patrimoniales. Mediante un decreto en 1783, el Rey aprobó el trabajo manual y lo reconoció, favoreciendo a los nobles. A partir de ese momento, los nobles podían trabajar, cosa que antes no podían hacer, únicamente podían vivir de sus riquezas. Los títulos nobiliarios aumentaron con las concesiones hechas por Felipe V y Carlos III. Se crearon la Orden Militar de Carlos III, las Reales Maestranzas con estatutos nobiliarios y el Real Cuerpo de la Nobleza de Madrid. En contrapartida se pusieron numerosas restricciones a los mayorazgos y a los señoríos, aunque nunca llegaron a desaparecer durante el reinado.

El cleroEditar

La Iglesia poseía cuantiosas riquezas. Siendo el clero un 2% de la población, según el Catastro de Ensenada era propietaria de la séptima parte de las tierras de labor de Castilla y de la décima parte del ganado lanar. A los bienes inmuebles se añadían el cobro de los diezmos, a los que se descontaban las tercias reales, y otro ingresos como rentas hipotecarias o alquileres. La diócesis más rica era la de Toledo, con una renta anual de 3.500.000 reales.

El estado llanoEditar

Era el grupo más numeroso. En él se encontraban los campesinos que gozaban de cierta estabilidad económica. Los jornaleros sufrían situaciones de miseria. De acuerdo con el Catastro de Ensenada, los artesanos representaban el 15% del total de los asalariados y tenían mejores retribuciones que los campesinos. La burguesía comenzó a despuntar tímidamente en España. Localizada en la periferia peninsular, se identificó con los propósitos reformistas y los ideales ilustrados del siglo. Fue especialmente importante en Cádiz, por su vinculación al comercio americano, Barcelona y Madrid.

Los gitanosEditar

Desde el fracaso de la Gran Redada de 1749 los gitanos estaban sujetos a una situación muy problemática, que se pretendió resolver con una serie de iniciativas legislativas desde 1763, finalmente sustanciadas en la Real Pragmática de 19 de septiembre de 1783, con propósitos claramente asimiladores y de carácter utilitarista, tras dicha pragmática, se deja de considerar su origen o naturaleza diferenciada o inferior (raíz infecta); se prohíbe el uso de la denominaciones gitano o castellano nuevo (tenidas por injuriosas); se concede libertad de residencia (excepto en la Corte y Reales Sitios por ahora) y se permiten nuevos modos para ganarse la vida, incluyendo la admisión en gremios, pero se prohíben oficios como poseer tabernas o esquilar caballos, de vital importancia para el pueblo gitano; también se prohíben sus vestiduras tradicionales y su gerigonza (su idioma diferenciador, el caló) y una vez más se establece la obligación de asentarse, abandonando el nomadismo; todo ello bajo graves penas a los desobedientes, que serían considerados vagos y sujetos a las penas correspondientes sin distinción de los demás vasallos (se les aplica el código penal general).

Aquellos casos en los que un individuo se negase a acatar las leyes en cuanto a residencia, lengua, oficios, vestimenta y demás, la primera vez que fuese detenido sería marcado con un hierro candente en la espalda (en sustitución de las penas anteriormente previstas: la muerte o cortar las orejas), en caso de ser detenido una segunda vez serían condenados a la pena capital, dicha ley no se aplicaba a los menores de diecieseis años, que serían separados de sus familias y educados por las Juntas o Diputaciones de caridad.


HERENCIA

Entre los aspectos más duraderos de su herencia quizá haya que destacar el avance hacia la configuración de España como nación, a la que dotó de algunos símbolos de identidad (como los que en el futuro se convertirían en su himno y su bandera nacionales) e incluso de una capital digna de tal nombre, pues se esforzó por modernizar Madrid (con la construcción de paseos y trabajos de saneamiento e iluminación pública) y engrandecerla con monumentos (de su época datan la Puerta de Alcalá, el Museo del Prado —concebido como Gabinete de Historia Natural—, el hospital de San Carlos o la construcción del nuevo Jardín Botánico, en sustitución del antiguo de Migas Calientes) y con edificios representativos destinados a albergar los servicios de la creciente administración pública. El impulso a los transportes y comunicaciones interiores (con la organización del Correo como servicio público y la construcción de una red radial de carreteras que cubrían todo el territorio español, convergiendo sobre la capital) ha sido, sin duda, otro factor político que ha actuado en el mismo sentido, acrecentando la cohesión de las diversas regiones españolas. Estas son sólo algunas de las razones por las cuales Carlos III fue conocido como el «mejor Alcalde de Madrid».


viernes, 11 de diciembre de 2015

INAGURACION DEL CINE CALLAO


Tal día como hoy, un 11 de Diciembre de 1926, era inaugurado el cine Callao, una de las salas de cine más representativas e históricas de la cartelera madrileña.

El Cine Callao es un edificio ubicado en la madrileña plaza del Callao, primera obra del arquitecto Luis Gutiérrez Soto, que la construye en el año 1926. Se encuentra junto al edificio Carrión, separado del mismo por la calle Jacometrezo. El edificio fue inaugurado como sala de cine el 11 de diciembre de 1926 emitiendo la película Luis Candelas, el bandido de Madrid.


El edificio presenta tendencias academicistas con cierto regusto neobarroco español y en su decoración interior sugerencias vienesas y art decó. Inicialmente poseía un aforo para mil quinientas personas. Su terraza está diseñada para emitir sesiones cinematográficas al aire libre. El sótano del edificio se pensó para alojar un Café o Cabaret, aunque posteriormente se adaptó a la antigua discoteca Xenón.

Actualmente dos grandes pantallas digitales ocultan elementos de sus fachadas, como tres grandes ventanales y unos óculos. También han desaparecido algunas esculturas y otros elementos decorativos originales, que pueden verse en fotografías antiguas.

Su esquina está coronada por un torreón a modo de faro.

Decoración Policromada de su fachada


The Jazz Singer (El cantante de jazz o El cantor de jazz) fue el primer largometraje comercial con sonido sincronizado. Fue dirigida por Alan Crosland y estrenada el 4 de febrero de 1927.
En España se representó en el Cine Callao, de Madrid, el 13 de junio de 1929.




martes, 8 de diciembre de 2015

TASCAS DE MADRID


Símbolo de un pasado que perdura, en la capital de España aún se pueden encontrar las famosas y antiquísimas tascas, las tabernas madrileñas donde sirven tapas acompañadas de un vino, un vermú o una cerveza. Quedan muy pocas, apenas una docena, pero sirven para dar testimonio de una cultura y la idiosincrasia de lo que entonces se conocía como la Villa y Corte de Madrid

La mayoría de las tascas que quedan tienen una antigüedad de 100 y hasta 150 años y se caracterizan por sus mostradores de madera labrada, sus anaqueles con botellas, los azulejos en las paredes y sus mesitas redondas de madera de nogal con taburetes y bancos corridos. Y en la entrada, los cristales grabados al ácido y los rótulos pintados tras el cristal, con el nombre del dueño, los platos y el número de la calle. 

He aquí dos imperdibles tascas del antiguo Madrid 'Casa Labra' y 'La Casa del Abuelo' que aún mantienen viva la tradición.


Casa Labra

Calle Tetuán, 12

Muy cerca de la Puerta del Sol, en pleno centro de la capital española, se encuentra una de las tabernas más emblemáticas del viejo Madrid. Fundada en 1860, supera ya los 150 años y ahí sigue, alegrando la vida a todo aquel que se acerca hasta su puerta, con un ambiente jubiloso y desenfadado que prácticamente no ha cambiado desde el siglo XIX. Además de servir en la barra raciones del mejor queso manchego y jamón ibérico de bellota, entre otras propuestas, Casa Labra posee un coqueto comedor en el que se pueden degustar delicias como los callos a la madrileña y el bacalao preparado de muchas formas: con tomate, a la vizcaína, al pil-pil o en salsa verde. Además, disponen de una cuidada selección de vinos para acompañar platos tan apetitosos y sugerentes.


La Casa del Abuelo 

Calle Victoria, 12

Desde 1906, la taberna La Casa del Abuelo está situada a muy poca distancia de la calle Bailén y del Parque del Retiro. Cuatro generaciones más tarde, el local sigue impertérrito al paso del tiempo, como orgullosamente anclado a un pasado que no desea "ni pretende"abandonar. En la década de 1940 comenzaron a servir sus gambas a la plancha y, poco después, también preparadas al ajillo. Platos con lo que ganaron fama y atrajeron la atención de políticos, actores y grandes escritores de la época. Poco después, Patricio Ruiz, el propietario de entonces, comenzó a elaborar su propio vino dulce para acompañar las gambas. En la actualidad, la tasca La Casa del Abuelo cuenta con dos sucursales, pero el local de la calle Victoria sigue siendo el más popular y el preferido para el aperitivo, quizás por ser el más auténtico, y por su apego y respeto a la tradición. Aparte de las fresquísimas gambas, en la carta de La Casa del Abuelo podrán encontrar el famoso cocido madrileño, las croquetas de jamón ibérico, los calamares a la andaluza, el pulpo a la gallega, el bacalao a la riojana o la paella de marisco, entre otros sabrosos platos.


La Fontana de Oro fue una fonda y luego café que existió desde finales del siglo XVIII en Madrid. Se encontraba situada en la esquina de la carrera de San Jerónimo con la Victoria. Fue inmortalizada literariamente por Benito Pérez Galdós en su novela de igual título (La Fontana de Oro). El café fue lugar de reunión de la España liberal y tribuna de oradores durante el Trienio Liberal.

Al parecer, mediado el siglo XVIII sólo había tres grandes fondas en Madrid, La Cruz de Malta, la Fonda de San Sebastián y esta Fontana de Oro, que poco antes figuraba como Posada de Caballeros, regida por un veronés, de nombre Giuseppe Barbazan. Durante Trienio Liberal, la Fontana se convirtió en uno de los púlpitos progresistas, quedando noticia de la presencia en ella de grandes oradores como Antonio Alcalá Galiano. Así la describe Benito Pérez Galdós en su primera novela publicada, y titulada con el mismo nombre del histórico establecimiento. Con la llegada a Madrid el 24 de mayo de 1823 de los Cien Mil Hijos de San Luis en socorro de Fernando VII, la ejecución pública de Riego, líder liberal y defensor de la Constitución, la sangrienta masacre que lo acompañó y la huida de Alcalá Galiano fuera del país, la Fontana volvió a su función de fonda para viajeros.

Escenario galdosianoEditar

Emprendiendo la escritura de la fue su primera novela publicada, Galdós, al inicio del capítulo II, la dibujó así:

En la Fontana es preciso demarcar dos recintos, dos hemisferios: el correspondiente al café y el correspondiente a la política. En el primer recinto había unas cuantas mesas destinadas al servicio. Más al fondo, y formando un ángulo, estaba el local en que se celebraban las sesiones. Al principio, el orador se ponía en pie sobre una mesa, y hablaba; después, el dueño del café se vió en la necesidad de construir una tribuna... Por último, se determinó que las sesiones fueran secretas, y entonces se trasladó el club al piso principal. Los que abajo hacían el gasto, tomando café o chocolate, sentían en los momentos agitados de la polémica un estruendo espantoso en las regiones superiores..., temiendo que se les viniera encima el techo, con toda la mole patriótica que sustentaba...

La Fontana de Oro, Benito Pérez Galdós


BODEGA LA ARDOSA

Una taberna (con perdón) sale al paso, y detendría al menos aficionado, si no fuera por otras tres o cuatro que se disputan con ella el surtido de la calle; pero cuenta que la que hablamos es taberna filosófica, con dos puertas como el templo de Jano, la una de paz, la otra de guerra; una pública y ostensible, otra disfrazada en un portal... ¡y qué portal!... portal-passage que comunica con una calle principal y con una oficina, y luego por la parte de arriba huéspedes, y qué sé yo cuántas cosas. ¡Feliz situación de establecimiento! 

Si es o no invención moderna
vive Dios que no lo sé! 
pero delicada fue 
la invención de esta taberna.» 

A finales del siglo XV, la presencia de tabernas, mesones y bodegas dieron un aspecto muy significativo al comercio de la ciudad de Madrid. En 1417 aparece el Mesón de Arias en el arrabal de San Ginés; unos decenios después, el célebre de la Carriaza en su límite occidental. Durante este siglo hay constancia de otros mesones en los arrabales, lo que muestra la influencia de las calles- caminos. 

Hay indicios para creer que, como lugar rodeado de zonas productoras de vino, Madrid contaba con muchas tiendas para su expedición, aunque la primera nómina bastante completa pertenece a los fines del siglo XV. Lo que prueba que los comerciantes de vino o mejor llamados regatones , sean los más aludidos y perseguidos y que entre las mas viejas ordenanzas estén las de taberneros, en 1476. 

Pedro de Melgar, Pedro de Mena y su parienta María, Juan de Andújar, Pedro de Vega, Juan de Columbres y Toribia Sánchez eran hacia la mitad del reinado de los Reyes Católicos algunos de ilustres taberneros de la Villa de Madrid. El concejo velaba con disciplina prusiana sobre la venta del vino. “Solo se podía vender vino de los propios madrileños". En 1495 acordaron que "persona alguna desta Villa ni de sus arravales no meta ni pueda meter vino de fuera desta Villa e su tierra so las penas de las ordenanzas, e los que lo han metido no lo vendan, salvo que lo puedan bever". La razón era muy simple , "por los de fuera se mete mucho vino, estando abastada la Villa ".

Los vecinos madrileños que tenían viña y cosecha propia, ademas de poder venderlo direcamente a otros paisanos, podían venderlo al por mayor a los regatones, que eran los que luego lo distribuían al por menor. Las tabernas abrían los domingos por las mañanas y a la Misa Mayor "no iba ni el gato", lo que obligó al Concejo a ser severísimo con los pocos piadosos madrileños: "Acordose porque se halla que los e fiestas van muchos vagamundos e otras personas a las tavernas de mañana a bever e comer, que por Nuestro Señor es deservido en ello, que aquí adelante ningún tavernero no de lugar nin consienta que coman ni bevan en su taberna hasta que sean salidos de Misa Mayor, so pena que caya en pena el tavernero de seiscientos maravedís por cada vez".

Hay muchas más tabernas del viejo Madrid, donde tanta cultura, se reunió hablando alrededor de un chato de vino.